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Las metas del desarrollo y el Uruguay ambiental

Eduardo Gudynas

 

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En las últimas semanas las cuestiones ambientales han ocupado un papel importante en la transición del nuevo gobierno. Algunas declaraciones de altos jerarcas desencadenaron preocupación entre analistas y ambientalistas ya que anteponían objetivos económicos sobre las metas ambientales. En ese debate, por ejemplo, Raúl Zibechi, en un artículo publicado en La Jornada (México), comentó sobre la oposición de destacados ciudadanos a las plantas de celulosa y la respuesta del ministro Astori defendiendo las inversiones extranjeras. Un poco antes, Gerardo Honty, alertaba en Brecha sobre el peligro de que el Ministerio del Ambiente se preocupara más por las metas económicas en lugar de las medidas ambientales.

Esos y otros aportes indican que la tensión está planteada una vez más y será necesario abordarla con seriedad. Si bien la propuesta de gobierno del FA-EP ofrece guías claras sobre el "Uruguay social" o el "Uruguay productivo", no existe un capítulo de esa jerarquía sobre los aspectos ambientales. Sin embargo, el programa presenta claros objetivos sobre la calidad de vida, la participación y específicamente se compromete a "la preservación del ambiente". Por lo tanto la solución de la tensión economía -­ ecología debería tener presente estos compromisos del programa progresista.

Por otro lado, insistir en la imposición económica revela una perspectiva económica incompleta, o al menos anticuada. En efecto, los grandes emprendimientos que manejan recursos naturales tienen impactos ambientales que siempre se traducen en costos económicos, los que usualmente son ignorados. Los ejemplos clásicos son la contaminación de los suelos o el agua, donde hay pérdidas económicas por reducción de productividad o por costos de limpieza. Por lo general esas cargas económicas son transferidas a los municipios, el gobierno central y las comunidades. Por lo tanto, cuando se anuncian ciertas inversiones de riesgo ambiental, la moderna economía exige que inmediatamente se calculen sus costos económicos a mediano y largo plazo, y restarlos a los posibles beneficios. Es un paso indispensable para tomar una decisión inteligente.

Las resistencias a las medidas ambientales en otros casos se debe al temor que encarecerían los productos uruguayos. En efecto, algunos sectores conservadores consideran que medidas como filtros en las chimeneas o piletas de descontaminación de aguas aumentarían los costos de producción y se perdería competitividad. La nueva economía nos indica que el peso de la gestión ambiental apenas alcanza un promedio del 2-3 % del costo total de producción en los países industrializados. Esa carga es más alta en sectores llamados "extractivos", como la minería o el petróleo, o en industrias como la química, las que tienen un papel por ahora menor en Uruguay. Por el contrario, la incorporación de medidas ambientales genera una competitividad legítima, en lugar de una espuria que está basada en externalizar los impactos ambientales hacia la sociedad.

Finalmente, el fortalecimiento de la gestión ambiental vigoriza la economía, ya que genera un nuevo sector, crea empleos y promueve la innovación tecnológica. El sector de los "mercados verdes" movió casi 550 mil millones de dólares a nivel global en 2001; en México supera los US$ 3.600 millones, en Brasil representa 3 mil millones (creciendo a un ritmo de 6% anual) y en Argentina alcanzó los mil millones de dólares. Promover las medidas ambientales por lo tanto dinamiza las economías nacionales.

Estos y otros aspectos indican que desde el punto de vista conceptual no existe una oposición entre economía y ecología. Deberían abandonarse las viejas ideas y avanzar en la aplicación de nuevos instrumentos que permitan potenciar los aspectos ambientales en estrategias económicas modernas, ya que el desarrollo genuino implica la protección ambiental. Hay varios opciones posibles en ese camino, y se debe alentar al nuevo ministerio del ambiente para avanzar en esta tarea de reconversión de su gestión ecológica, así como apoyarlo allí cuando deba explicarle a otros actores políticos la importancia del tema ambiental.

 

Publicado en La República, 13 marzo 2005, Montevideo.



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